sábado, 4 de septiembre de 2010

Mi faro.

Me pondré a escribir sobre ti en estos océanos lejanos llenos de luz, sola, sentada en mi faro, viendo a los barcos pasar a kilómetros de distancia.
Sola como siempre, acompañada por un fiel camarada felino, sucio y ronroneante.
A lo lejos se divisa un velero encantado y me pregunto si vas en el, si para variar al fin de otra larga jornada de trabajo sólo te veré desde la distancia en mi país lejano y obviado.
Otro día comienza de mi eterno estudiar los horizontes en busca de navíos extraviados, las gaviotas vuelan cerca de mi torre y se burlan de mi soledad con su graznido, entre ellas se encuentra Juan Salvador encabezando la humorada.
“Nunca volaste más alto, nunca trascendiste realmente”.
Mi amigo de cuatro patas se acurruca sobre mi regazo para reconfortarme y siento su verdad y la mía; estamos en este faro abandonado, ya volamos más alto, ya trascendimos, lo hicimos en nuestras mentes, no necesito a nadie más mientras tenga en paz mi mundo, estoy bien aquí, sola en mi faro, vigilando sigilosamente si tu barco se acerca, aunque no vallas en el realmente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermoso y sombrío, como siempre, sigue así. Saludos.