A veces veo
a Natalia en el andén, va cabizbaja pensando en que hacer, la vida se le pasa y
comienza a llover. Le digo que las gotas limpiaran su alma, que no van a doler,
la vida le pasa y no sabe qué hacer. A veces la veo pasar por las ruinas de la
maestranza sin nada que hacer, allá donde están los fantasmas, donde se siente
pertenecer.
A veces veo
a Natalia por las viejas ruinas con su caminar etéreo y le pregunto de qué le
sirve cuestionárselo todo. Pasan y pasan los trenes, fantasmas del pasado que
no la llevan a ningún lado. Va con su mente siempre atenta, rebelde pero
atrapada en la misma estación donde pasan las ánimas de otra época que ya
desapareció.
Me dice que
pronto moriremos y aún no pasa su tren, pero no podemos seguir esperando eternamente
sentadas en el andén.
Escrito el 5 de octubre del 2015
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